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MAESTRO ARQUIDIOCESANO: 22 AÑOS DE ENTREGA Y VOCACIÓN EDUCATIVA

Desde su paso por el Colegio Santa Isabel de Hungría, donde cursó su bachillerato, hasta su actual rol como rector del Colegio Santiago Apóstol, el maestro Oscar Altamirano, ha demostrado un compromiso inquebrantable con la educación y los valores que esta representa. «En el Colegio Santa Isabel de Hungría viví momentos muy lindos, llegué en el 89 siendo un niño de 6 años. Fue una experiencia muy bonita que forjó en mí principios, valores y lo académico que soy», expresó con felicidad.

Su compromiso con la enseñanza se manifestó desde sus primeros pasos en el ámbito laboral. Comenzó como mensajero en los colegios arquidiocesanos, un papel que desempeñó con esfuerzo y dedicación. Con el tiempo, ascendió a diversas posiciones, desde auxiliar de compras y servicios hasta coordinador académico y, finalmente, rector del Colegio Santiago Apóstol.

Su vocación por la enseñanza se consolidó gracias al apoyo de figuras como Hernando González, quien le brindó oportunidades y confianza en momentos difíciles. «Uno cuando es maestro quiere cambiar el mundo», afirmó Altamirano, reflejando su profundo compromiso con la transformación social a través de la educación.

A lo largo de su carrera, Altamirano ha desempeñado diversos roles, desde maestro de filosofía hasta coordinador académico y rector. Su formación en áreas como la teología y la misión pastoral ha enriquecido su labor educativa, permitiéndole trascender más allá del ámbito académico para impactar en la comunidad de manera integral.

«El trabajo y el servicio desde la fe, desde lo espiritual, me permitió crecer muchísimo», destacó, subrayando la importancia de valores como la solidaridad y el compromiso social en su labor educativa. Su experiencia en colegios como el Colegio Santa Isabel de Hungría y el Colegio Parroquial Santiago Apóstol le ha proporcionado un profundo vínculo con la comunidad y un entendimiento único de sus necesidades y desafíos.

Oscar reconoce que su trayectoria no ha estado exenta de retos, pero afirma haber encontrado en la fe y la vocación educativa las respuestas necesarias para superarlos. «Soy maestro de profesión, de vocación. Soy maestro porque lo llevo en las venas», afirmó con convicción.

Con más de dos décadas de servicio a la comunidad educativa arquidiocesana, Oscar se enorgullece de formar parte de una institución que ha marcado la vida de tantos estudiantes y familias. «Hago parte de la familia de la Arquidiócesis de Cali hace 22 años, orgullosamente Arquidiocesano. Soy quien soy gracias a este proceso y estas personas», concluyó, destacando el valor de la comunidad educativa en su desarrollo personal y profesional.

La historia de Oscar Andrés Altamirano Caicedo es un testimonio inspirador de dedicación, vocación y compromiso con la educación. 

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