La educación como camino de humanización
La Iglesia considera que una característica esencial de la educación es la de humanizar. Esto se logra cuando la persona se abre a la trascendencia y se orienta hacia su fin último. De esta manera, trasciende su finitud inicial y descubre su sentido profundo.
La misión educativa de la Arquidiócesis de Cali
La Arquidiócesis de Cali cuenta con 31 colegios bajo su cuidado. Estos centros educativos son administrados por las Fundaciones Educativas Arquidiocesanas. Dichas fundaciones están lideradas por cinco gestiones que dinamizan sus procesos y permiten cumplir la misión social de educar bajo los principios de la Iglesia Católica.
Una de estas gestiones es la de Bienestar Institucional Pastoral (BIP).
La función de la Gestión BIP
La Gestión BIP es transversal a todas las fundaciones. Su propósito es generar elementos y ambientes pastorales que fortalezcan las dinámicas formativas y el bienestar espiritual de los estudiantes. Además, busca acompañar sus proyectos de vida. Esta acción incide de manera directa en toda la comunidad educativa.
Asimismo, la gestión desarrolla su labor a partir de tres líneas de acción:
a) Juntos por la Convivencia: orientada a fomentar la fraternidad y la solidaridad como valores propios del Evangelio.
b) PDF – Programas de Formación: dirigidos a líderes estudiantiles y a quienes acompañan a la comunidad educativa.
c) Experiencia de fe: acciones pastorales y espirituales alineadas con los tiempos litúrgicos.
La Pedagogía de Jesús como modelo
El ser y el quehacer de la Gestión BIP se inspiran en la Pedagogía de Jesús de Nazaret. Su práctica educativa pone a la persona en el centro y la orienta hacia su realización plena desde el Reino.
Por ello, esta pedagogía permite definir la identidad de los Colegios Arquidiocesanos, colocando como punto de partida a Jesús, el Hijo amado de Dios, a quien debemos escuchar (Lc 9, 35).
Colegios en Pastoral: un camino hacia la comunidad
Desde el reto Colegios en Pastoral, la Gestión BIP busca motivar a los colegios para que formen verdaderas Comunidades Educativas comprometidas con la persona. Esto implica pasar de un asistencialismo centrado en el activismo a un esencialismo que trasciende lo material y se enfoca en el ser humano.
En consecuencia, se invita a reconocer que el Evangelio es una Palabra humanizadora, transformadora y liberadora. Gracias a ello, la educación se convierte en un camino hacia la amistad social y la cultura del encuentro.
Un ambiente que promueva la esperanza
Es fundamental que las fundaciones y los colegios a su cargo sean lugares donde la esperanza se promueva de manera constante. Desde allí se construye y fortalece el sentido de vida de todos sus integrantes.
Además, se espera que los maestros estén convencidos de que su ser y su quehacer pueden transformar el mundo. Del mismo modo, se busca que los estudiantes reconozcan su papel como protagonistas de esta transformación y que toda la comunidad educativa participe de este cambio.
“Educar es un acto de esperanza en quien tenemos delante, en el horizonte de su vida, de sus posibilidades de cambio y de contribución a la renovación de la sociedad” (Papa Francisco – Pacto Educativo Global).



